Hace tiempo, cuando el otoño arrancaba y era momento de setas, seguí mi costumbre habitual de observar las setas que iban saliendo por mi jardín. Yo no conozco absolutamente nada de micología y apenas podría identificar un champiñón. Y tampoco me atrevería a meterme, ahora de pronto, de lleno en ese campo ni a intentar identificar que especis van creciendo por aquí y allá. Pero soy un micófilo por naturaleza y adoro observarlas. Me produce cierta tranquilidad y alegría ver cómo salen y crecen. Me dan la impresión de que el suelo está vivo y esa vida me alegra por dentro. La mayoría de la gente sólo ve las setas en función de si se comen o no, o si pueden recoger muchas para venderlas a algún restaurante. Yo no comparto esa forma de ver la vida, en la que las cosas solo valen el beneficio que se puede sacar de ellas. A mi me basta verlas.
Aquí comparto las que he ido observando. Si alguien las conoce y se atreve a ponerlas un nombre, iré modificando los pies de foto.


Dulce y sereno recuerdo del otoño.